
Conducción autónoma
Llegará el día, más pronto que tarde, en que vayamos a un concesionario a interesarnos por un vehículo y tengamos que decir: “quería un coche pero para conducirlo yo mismo”. La conducción autónoma es ya un hecho, aunque no esté desarrollada completamente, pero la tecnología actual ya permite que los coches más modernos puedan circular sin la intervención humana en algunas situaciones. Y esta es ya la apuesta de muchos fabricantes para el futuro, también desde el punto de vista comercial.
Hace décadas que la industria del automóvil no conocía una revolución importante, un cambio que supusiera un antes y un después. En los últimos veinte o treinta años, se han producido avances importantes en la mecánica, como los motores turbodiésel, la inyección directa, el Common Rail, las cajas de cambios con seis relaciones y las automáticas de doble embrague, así como en la electrónica, que ha permitido la introducción de abundantes sistemas de seguridad y ayudas a la conducción como ABS, ESP, Airbag y tantos otros. Últimamente hemos contemplado la aparición del Downsizing en motores de gasolina y diésel, especialmente en los primeros, para permitir unos consumos y emisiones más ajustados (aunque se ha demostrado que no era así).
La conducción autónoma, los motores eléctricos y la tecnología convertirán los coches en computadores con ruedas
Sin embargo, en el fondo y en la mayoría de los casos, todo esto no dejaba de ser evoluciones de lo que ya existía. El sector de la automoción necesitaba urgentemente una auténtica revolución que cambiara por completo el panorama automovilístico y ésa llegará de la mano de la conducción autónoma, los motores eléctricos y la pléyade de dispositivos tecnológicos que convertirán los vehículos del futuro (ya lo están haciendo) en auténticas computadoras con cuatro ruedas.

Interior del Tesla Model. Foto: Tesla
Pero esa revolución significará, lógicamente, el fin del coche convencional y de la afición hacia el automovilismo. Ya las diferentes autoridades gubernamentales se están encargando de acabar con esa afición al motor, con leyes anti contaminación que luego no se cumplen en la práctica (véase el escándalo de Volskwagen) pero que sí consiguen que los fabricantes produzcan vehículos cada vez menos pasionales. Por su parte, las marcas contribuyen a ello al dotar los coches de una cantidad de elementos tecnológicos en materia de ayudas a la conducción, seguridad, conectividad, sistemas de infotainment y un largo etcétera que hacen que las sensaciones al volante sean artificiales y que el coche haga todo por nosotros.
Esto ya está ocurriendo. Los videos de pruebas que realizan los diferentes medios de comunicación de motor dedican igual o más tiempo a informar sobre el sistema de infotainment y todos los elementos de conectividad, navegación y seguridad que del motor, las prestaciones o el comportamiento del coche en carretera. Incluso la publicidad ha cambiado la forma de promocionar el producto, como sucede con el anuncio del nuevo Opel Mokka, en el que no aparece ninguna mención a las características técnicas del coche, al contrario, subraya la existencia de conexión Wifi.

Sistema de Infotainment de Jaguar. Foto: Jaguar
La abundante presencia de sistemas de entretenimiento va en contra de la seguridad vial
A mí me gustaría saber para qué sirve la conexión Wifi en un vehículo, cuando todo el mundo dispone de móvil con conexión a internet. La realidad es que están cambiando la concepción del automóvil, pasando de ser un medio de transporte privado a otra cosa, no sé bien el qué, pero algo diferente, una computadora con cuatro ruedas como he dicho antes. Pero también me gustaría saber por qué los coches tienen cada vez más pantallas y más dispositivos de entretenimiento, si precisamente, lo que necesita un conductor es estar liberado de todo elemento que pueda interferir en la conducción, distrayéndole. La DGT persigue y castiga a los conductores que utilizan el móvil mientras conducen, a la vez que disponen de infinitas posibilidades en su coche para perder la misma concentración.
Será que ahora, para vender un vehículo, ya no interesa la potencia del motor, las prestaciones o el diseño (sobre esto, también hay mucho de qué hablar), sino cuántos puertos USB tiene, cuán grande es la pantalla del salpicadero, cuántas posibilidades de personalización tiene la instrumentación, en cuántos colores puedo elegir la iluminación del habitáculo o si dispone de conexión Wifi o no. Estamos abocados al fin del automóvil tal y como lo entendemos y como lo amamos los que nos definimos apasionados del motor.

Interior del nuevo Peugeot 3008. Foto: Peugeot